Un sueño soñado, a veces elaborado y la mayoría del tiempo espontáneo, que también va creando una senda, aunque más que senda, se parezca a la estela que deja el plancton en el océano.
Puede verse en la oscuridad, pero no admite contacto, o de lo contrario se disuelve en cientos de caminos diferentes. Y ninguno propio.
Tal vez, viajar de puntillas, sobrevolando ese plancton de forma intuitiva, sea lo mejor al comienzo del camino. Lo que de verdad desafía al caminante, lo que de verdad necesita quien emprende un viaje muy largo a un destino realmente lejano.
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